La paciencia tiene un límite. Le sabía escuchar a mi vieja, mientras me corría por la cañada para ponerme una vacuna.
Ahora murmuro la misma frase mientras corro detrás del colectivo.
Hace cuarenta y cinco minutos que lo espero y estaciona media cuadra adelante porque esta lleno.
Me trepo y se lo digo en la cara al chofer . Creo que es la primera vez que hago algo así.
Subí o esperá el próximo, me contesta. Nadie dice nada, todos se hacen los boludos.
Están todos como dopados, y yo también me acostumbro.
El homosapiens ( única definición para semejante estructura ósea de la cara, que nadie se anima a partir) tiene arremangado el pantalón y maneja con pantuflas de goma negra.
Tal vez por eso usa a destiempo el freno.
Todos lo quieren insultar, pero prefieren no decir nada.
No me explico como no se juntaron dos o tres para hacerle tragar el chicle que le muestra a todos los pasajeros cuando hace un globito.
Cada vez que frena terminamos abrazados a algún otro pasajero.
La señora de rulos grandes y tranco corto no puede aferrarse, y termina sentada en la falda del señor bigotes mientras se hace el dormido.
Todos callados. Me doy cuenta que yo también lo dejo pasar.
¿Estaremos sedados? – pienso
¿Estará más barato el lexotanil?
O dejamos que nos toquen el culo desde la incubadora
Trato de abrir la ventana, metiendo los dedos en los huequitos que quedaron en ausencia de la manija.
Resultado: La ventana no se abrió y encima se me quedaron los dedos encajados.
Y creo saber por que es así.
Como te cobran unos de los boletos más caros del país, te ofrecen un sauna móvil.
Ahora voy entendiendo por que estamos conformes.
Obvio. Servicios adicionales.
Lo gracioso es que en invierno estas mismas ventanas se abren solas cada cinco cuadras.
Por lo que tranquilamente te podrías ir en moto.
Eso es paciencia.
Sí, traelo al Dalai Lama una semanita a dar un paseo en bondi. Vamos a ver quien se desespera antes.
Decile que haga la eterna cola que hacen los jubilados todos los meses o que trate de hacer un tramite rápido en la muni.
Convencelo de que con los nuevos diferenciales, los bondis comunes se han descomprimido.
Hacele entender que la motito tuneada que lo esta siguiendo no es para pedirle un autógrafo.
Por ahí se sorprende que nuestra paciencia en realidad no tiene límites.
Y que ya somos parte de esta sana costumbre.
Mientras termino de escribir esto, se asoma un zorro gris a manguearme un diario tomando una coquita.
¿ Que tranquila esta la ciudad no?- Me murmura, mientras pasan detrás suyo tres motociclistas usando sus cascos de protectores de codos.
¿Mejor final?
Imposible.
Ahora murmuro la misma frase mientras corro detrás del colectivo.
Hace cuarenta y cinco minutos que lo espero y estaciona media cuadra adelante porque esta lleno.
Me trepo y se lo digo en la cara al chofer . Creo que es la primera vez que hago algo así.
Subí o esperá el próximo, me contesta. Nadie dice nada, todos se hacen los boludos.
Están todos como dopados, y yo también me acostumbro.
El homosapiens ( única definición para semejante estructura ósea de la cara, que nadie se anima a partir) tiene arremangado el pantalón y maneja con pantuflas de goma negra.
Tal vez por eso usa a destiempo el freno.
Todos lo quieren insultar, pero prefieren no decir nada.
No me explico como no se juntaron dos o tres para hacerle tragar el chicle que le muestra a todos los pasajeros cuando hace un globito.
Cada vez que frena terminamos abrazados a algún otro pasajero.
La señora de rulos grandes y tranco corto no puede aferrarse, y termina sentada en la falda del señor bigotes mientras se hace el dormido.
Todos callados. Me doy cuenta que yo también lo dejo pasar.
¿Estaremos sedados? – pienso
¿Estará más barato el lexotanil?
O dejamos que nos toquen el culo desde la incubadora
Trato de abrir la ventana, metiendo los dedos en los huequitos que quedaron en ausencia de la manija.
Resultado: La ventana no se abrió y encima se me quedaron los dedos encajados.
Y creo saber por que es así.
Como te cobran unos de los boletos más caros del país, te ofrecen un sauna móvil.
Ahora voy entendiendo por que estamos conformes.
Obvio. Servicios adicionales.
Lo gracioso es que en invierno estas mismas ventanas se abren solas cada cinco cuadras.
Por lo que tranquilamente te podrías ir en moto.
Eso es paciencia.
Sí, traelo al Dalai Lama una semanita a dar un paseo en bondi. Vamos a ver quien se desespera antes.
Decile que haga la eterna cola que hacen los jubilados todos los meses o que trate de hacer un tramite rápido en la muni.
Convencelo de que con los nuevos diferenciales, los bondis comunes se han descomprimido.
Hacele entender que la motito tuneada que lo esta siguiendo no es para pedirle un autógrafo.
Por ahí se sorprende que nuestra paciencia en realidad no tiene límites.
Y que ya somos parte de esta sana costumbre.
Mientras termino de escribir esto, se asoma un zorro gris a manguearme un diario tomando una coquita.
¿ Que tranquila esta la ciudad no?- Me murmura, mientras pasan detrás suyo tres motociclistas usando sus cascos de protectores de codos.
¿Mejor final?
Imposible.
3 comentarios:
Acabo de llegar a tu blog de casualidad.
Me encanta cómo escribís, me gusta también sobre qué cosas escribís...
Espero volver...si sigo leyendo ahora, no me voy a levantar ni al mediodía...aunqye ya te leí tres posts al hilo!
Un abrazo,un gusto.
Mon@.
Gracias, Mon@. Espero que vuelvas y formes parte del café nocturno.
Un abrazo grande.
Carlos
http://lawebdetuvieja.com.ar/?p=254
va un link relacionado. que los dioses mantengan en su gloria al transporte urbano de pasajeros...
muy bueno el blog
saludos
Nana
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